Mientras los compañeros eran
desamparados, torturados, secuestrados y desaparecidos por un estado
terrorista, solo sus familia y amigos dieron la tortuosa tarea de obtener
justicia. Justicia que con la venda en los ojos que la representa, estaba
puesta en esos momentos no para garantizar imparcialidad e independencia cuando
mas se necesitaban, sino para permitir las atrocidades que se estaban
cometiendo.
Una
justicia verdadera nunca puede traicionar a los ciudadanos.
Entre
1983 y 2003 la impunidad fue la regla. En esos tiempos aciagos de la dictadura
las Madres de Plaza de Mayo, Abuelas, el CELS, fueron las voces de la libertad
y de la lucha reivindicativa por la verdad, la memoria y la justicia.
La
sociedad civil lucho denodadamente contra las leyes de Punto Final (1986) y
Obediencia Debida (1987), mientras que la justicia no estuvo a su altura a
someterse a ellas en forma a critica cuando podía haberlas combatido.
Los
delitos referidos a los niños desaparecidos no se persiguieron como crímenes de
lesa humanidad, ni siquiera se hizo en forma coordinada. Lo que había sido un
plan sistemático de eliminación y desaparición nunca se enfrento como tal en
esos años; tampoco se abordaron investigaciones serias, sobre la depradación
económica que acompaño a la dictadura, ni sobre el propio componente económico
financiero que la identifica.
Desde
hace 12 años las cosas cambiaron definitivamente en este país. La decisión política
indiscutible del presidente Nestor Kirchner de impulsar una política de
justicia sin limitaciones, junto a la anulación parlamentaria de las leyes de
Obediencia Debida y Punto Final abrieron definitivamente las avenidas de la
justicia.
Nadie
puede discutir, hoy día, que la Argentina esta escribiendo la pagina mas
luminosa de la historia judicial universal contra la barbarie desde los juicios
de Nuremberg.
Debemos
advertir la connivencia del Poder Judicial con el régimen militar.
Funcionarios
judiciales, abogados, docentes del derecho también fueron actores fundamentales
en aquel contexto autoritario, ya fuera a través del apoyo directo a los mandos
militares, participando en torturas, o elaborando leyes que daban cobertura
legal a practicas genocidas o del apoyo indirecto, al dejar a un lado su deber
de investigar y archivar las denuncias de las victimas o sus familiares.
El régimen se valió del Poder Judicial para
legitimarse interior y exteriormente y, a cambio, el Poder Judicial se erigió como
valedores de la moralidad nacional y,amparados en un ideario conservador
elitista, mantuvieron la ficción de un Poder Judicial independiente,
interpretando el derecho no en función de los acontecimientos, sino en la linea
del control social impuesto por las Juntas Militares. FUERON CÓMPLICES Y
COMPLACIENTES.
129
funcionarios judiciales han sido vinculados a alguna practica terrorista del
régimen autoritario. 90 de ellos han sido denunciados penalmente. 53 están
formalmente imputados. Solo 1 se encuentra condenado.
La
3ra parte de los funcionarios judiciales actuales que han sido denunciados por
las agencias del Estado, los movimientos sociales, o las victimas continúan
ocupando un puesto en la administración.
Un
Poder Judicial COMPLACIENTE, INDOLENTE y CÓMPLICE del silencio constituye el
peor cáncer para una sociedad, que no puede confiar en aquellos que son el
ultimo baluarte de la protección de sus derechos.
El
ideario de un funcionario judicial no puede ser arbitrario, y mucho menos puede
caminar de la mano de una ideología que torturo, desapareció y robo la
identidad de miles de argentinos y argentinas.
La
independencia e imparcialidad del Poder Judicial ha de ser un factor
empíricamente medible, y quienes lo administren no han de olvidar jamas que lo
hacen en nombre del pueblo, que es el verdadero titular de tal poder, y que
deben ejercerlo con una verdadera vocación de servicio y con un compromiso
claro y definitivo con los derechos humanos por encima de todo.
•
Políticas
neo liberales.
Innegablemente
las torturas, las violaciones, las humillaciones y los insultos que en [ los centros clandestinos de detención, tortura, muerte y desaparición] se repetían a diario
no habrían podido darse si las figuras de jueces no las hubieran sostenido
archivando denuncias y renunciando a su deber de investigar o, al menos, no
habrían contado con la impunidad posterior que durante décadas ha servido de
parapeto a los culpables.
(Extractos del libro “Usted también Doctor” de Juan Pablo Bojoslavsky
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