martes, 13 de octubre de 2015

GOLPE BLANDO O GOLPE SUAVE. CONCEPTO. LA IMPORTANCIA DE GANAR EN PRIMERA VUELTA.








“Las fuerzas del orden, pero del orden nuevo, del orden revolucionario, del orden del cambio en profundidad, han de imponerse sobre las fuerzas del desorden entre las que se incluyen, por cierto, las del viejo orden de la explotación de las naciones por el imperialismo, y la explotación de los hombres por el imperialismo, y la explotación de los hombres por quienes son sus hermanos y debieran comportarse como tales”.
Juan Domingo Perón.

GOLPES BLANDOS. CONCEPTOS. IDEA

Los golpes militares, aquella pesadilla infinita, (que  nuestra doctrina y dogmática penal han categorizado bajo el titulo " Delitos contra los Poderes Públicos y el Orden Constitucional") han caído en el desprestigio, perdieron glamour, han pasado de moda. En la actualidad, en el marco regional, se habla de GOLPES BLANDOS.

El Golpe Blando consiste en travestir a una minoría en mayoría, amplificar sus reclamos, crispar las controversias y enfrentamientos y desgastar a la verdadera mayoría que gobierna, hasta hacerla caer por medio de alguna farsa judicial como fue en Honduras, o parlamentaria, como en Paraguay o forzando una intervención extranjera como se pretende hacer en Venezuela. 

Es más complicado que los golpes militares, pero, a diferencia de ellos, tiene el colorido de estos tiempos, con sus arquetipos de "tiranos sudacas" en el bando de los malos, y un bando de los buenos con sus arquetípicos luchadores por la libertad, con sus simulacros de épicas remasterizadas y con sus falsos discursos de heroísmos ciudadanos, todos ellos, buenos y malos, diseñados por las grandes herramientas de dominación: las corporaciones mediáticas.

Las derechas tienen siempre a su favor el poder económico y el gran poder de la época: los supermedios. El Progresismo ha legitimado con votos sus gobiernos y es reacio a sostenerse por la fuerza porque valora esa legitimidad que fundamenta su mandato. Los Progresismos son movimientos cualitativamente diferentes a los de sus orígenes del siglo XX. Han desarrollado una práctica electoral que antes apenas tenían. Han perdido elecciones y se han mantenido en la oposición en marcos institucionales. Han ganado elecciones con mucho esfuerzo y, a diferencia de los viejos sectarismos, han desarrollado estrategias con mucha flexibilidad y amplitud, han gestionado con mayor o menor eficiencia, y han formado cuadros de gestión de los que antes carecían. Son calidades que no eran muy características de las izquierdas o progresismos o movimientos nacionales y populares del siglo XX. Y esencialmente son calidades de la democracia.

El voto democrático es el principal aliado de este gobierno. Entonces desde la derecha dicen que la democracia no es solamente el voto. Lo cual es cierto. Si la mayoría que gobierna no respeta a las minorías, hay una democracia imperfecta. Pero si sucede al revés, si las minorías quieren imponerse sobre las mayorías que ganaron elecciones, ya ni siquiera es una democracia imperfecta, sino que es una dictadura. De eso se tratan los Golpes Blandos.

La teoría del ‘golpe de Estado blando’, que consiste en usar “estrategias conspirativas no violentas” para deponer un gobierno, fue acuñada en 1973 por el politólogo, filósofo y escritor estadounidense Gene Sharp. Su pensamiento y acción tiene como uno de sus instrumentos teórico-prácticos el denominado “manual para una revolución no violenta”. 

Sharp la describe como una “modalidad de desestabilización” que se desarrolla en determinadas condiciones políticas internas y externas, generalmente contra " gobiernos progresistas".

El llamado “golpe blando” o “golpe suave” es una estrategia de “acción no violenta” ampliamente utilizada en el mundo durante la última década. 

En una ocasión, Sharp señaló que "la naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha cambiado (...) Nosotros combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas". En ese sentido, Sharp expone que “en los Gobiernos, si el sujeto no obedece los líderes no tienen poder. Estas son las armas que en la actualidad se usan para derrocar Gobiernos sin tener que recurrir a las armas convencionales”. Para el norteamericano, actualmente la guerra “cuerpo a cuerpo” no es eficaz y, además, implica enormes costos económicos y de movilización. Ejemplo de ello son las costosas operaciones militares de Estados Unidos en países como Irak y Afganistán que se han extendido por más de una década. Por ello, Sharp apuesta por una serie de medidas que van desde el debilitamiento gubernamental hasta la fractura institucional, “como sería el caso de lo que está ocurriendo en Venezuela”, de acuerdo con el presidente ecuatoriano Rafael Correa, entre otros expertos. 

El autor del polémico ensayo titulado “De la dictadura a la democracia”, que describe 198 métodos para derrocar Gobiernos mediante “golpes suaves”, considera que la estrategia se puede ejecutar en cinco pasos:
 1) La primera etapa es promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores;
 2) La segunda etapa consiste en desarrollar intensas campañas en “defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos”, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el Gobierno en el poder; 
3) La tercera etapa se centra en la lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales y en la manipulación del colectivo para que emprenda manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones;
 4) La cuarta etapa pasa por ejecutar operaciones de guerra psicológica y desestabilización del Gobierno, creando un clima de "ingobernabilidad";
 5) La quinta y última etapa tiene por objeto forzar la renuncia del Presidente de turno, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle.

Como puede advertirse claramente en el marco regional, los nuevos golpes de Estado ya no utilizan a los ejércitos, sino que son formalmente institucionales. El presidente Manuel Zelaya de Honduras fue derribado por el parlamento, al igual que el obispo Fernando Lugo, mandatario paraguayo. Rafael Correa, en Ecuador, sufrió un intento golpista de la policía; Evo Morales, en Bolivia, el de las oligarquías que gobernaban las regiones orientales; Hugo Chávez, el de la burocracia y tecnocracia que controlaba la empresa petrolera PDVSA, fuente de las divisas del país, y su sucesor Nicolás Maduro, el del gran capital organizador del acaparamiento de los bienes esenciales y de la fuga ilegal de capitales; Dilma Rousseff enfrenta actualmente la campaña por el impeachment.

La estrategia imperialista sobre nuestra región no descansa en su objetivo de desgaste permanente de los gobiernos de signo popular, democrático y latinoamericanista.

En caso de Argentina, nuestra Presidente Cristina Fernández, en Argentina, enfrentó la preparación de un golpe judicial aprovechando las dudosas circunstancias en que se produjo la muerte del fiscal Alberto Nisman. Éste había denunciado a la presidenta y su ministro de Relaciones Exteriores, en una inconexa actuación carente de pruebas [desmentida por la Interpol y todos los tribunales de justicia a los que les cupo intervenir¨], de encubrir a los iraníes supuestos organizadores del atentado del 18 de julio de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que causó 85 muertos y 300 heridos.

El 25 de  octubre se elegirá un nuevo presidente y hasta ahora la oposición no tiene un candidato firme y serio. En los servicios de inteligencia –que se encuentran en proceso de renovacion– hay tensiones que dan origen a toda clase de especulaciones. Los grupos concentrados de poder mantienen su ofensiva económica y mediática contra el gobierno. Mientras todos hablan de justicia y de democracia, hay una clara maniobra desestabilizadora del ex Director General de Operaciones de la SI conjuntamente con un sector de la inteligencia nacional y de la justicia federal. Las elecciones son secundarias porque tratan de decidir cómo gobernar ilegalmente a costa de las mayorías trabajadoras.

De ahí que ganar en las próximas elecciones generales del 25 de octubre próximo, en primera vuelta y por la mayor cantidad de votos posibles sea imperioso.


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