miércoles, 25 de noviembre de 2015

JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS. 2da. PARTE






   Mientras los compañeros eran desamparados, torturados, secuestrados y desaparecidos por un estado terrorista, solo sus familia y amigos dieron la tortuosa tarea de obtener justicia. Justicia que con la venda en los ojos que la representa, estaba puesta en esos momentos no para garantizar imparcialidad e independencia cuando mas se necesitaban, sino para permitir las atrocidades que se estaban cometiendo.

  Una justicia verdadera nunca puede traicionar a los ciudadanos.

Entre 1983 y 2003 la impunidad fue la regla. En esos tiempos aciagos de la dictadura las Madres de Plaza de Mayo, Abuelas, el CELS, fueron las voces de la libertad y de la lucha reivindicativa por la verdad, la memoria y la justicia.

La sociedad civil lucho denodadamente contra las leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987), mientras que la justicia no estuvo a su altura a someterse a ellas en forma a critica cuando podía haberlas combatido.

Los delitos referidos a los niños desaparecidos no se persiguieron como crímenes de lesa humanidad, ni siquiera se hizo en forma coordinada. Lo que había sido un plan sistemático de eliminación y desaparición nunca se enfrento como tal en esos años; tampoco se abordaron investigaciones serias, sobre la depradación económica que acompaño a la dictadura, ni sobre el propio componente económico financiero que la identifica.

Desde hace 12 años las cosas cambiaron definitivamente  en este país. La decisión política indiscutible del presidente Nestor Kirchner de impulsar una política de justicia sin limitaciones, junto a la anulación parlamentaria de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final abrieron definitivamente las avenidas de la justicia.

Nadie puede discutir, hoy día, que la Argentina esta escribiendo la pagina mas luminosa de la historia judicial universal contra la barbarie desde los juicios de Nuremberg.

Debemos advertir la connivencia del Poder Judicial con el régimen militar.

Funcionarios judiciales, abogados, docentes del derecho también fueron actores fundamentales en aquel contexto autoritario, ya fuera a través del apoyo directo a los mandos militares, participando en torturas, o elaborando leyes que daban cobertura legal a practicas genocidas o del apoyo indirecto, al dejar a un lado su deber de investigar y archivar las denuncias de las victimas o sus familiares.


El  régimen se valió del Poder Judicial para legitimarse interior y exteriormente y, a cambio, el Poder Judicial se erigió como valedores de la moralidad nacional y,amparados en un ideario conservador elitista, mantuvieron la ficción de un Poder Judicial independiente, interpretando el derecho no en función de los acontecimientos, sino en la linea del control social impuesto por las Juntas Militares. FUERON CÓMPLICES Y COMPLACIENTES.

 129 funcionarios judiciales han sido vinculados a alguna practica terrorista del régimen autoritario. 90 de ellos han sido denunciados penalmente. 53 están formalmente imputados. Solo 1 se encuentra condenado.

La 3ra parte de los funcionarios judiciales actuales que han sido denunciados por las agencias del Estado, los movimientos sociales, o las victimas continúan ocupando un puesto en la administración.

Un Poder Judicial COMPLACIENTE, INDOLENTE y CÓMPLICE del silencio constituye el peor cáncer para una sociedad, que no puede confiar en aquellos que son el ultimo baluarte de la protección de sus derechos.

El ideario de un funcionario judicial no puede ser arbitrario, y mucho menos puede caminar de la mano de una ideología que torturo, desapareció y robo la identidad de miles de argentinos y argentinas.

La independencia e imparcialidad del Poder Judicial ha de ser un factor empíricamente medible, y quienes lo administren no han de olvidar jamas que lo hacen en nombre del pueblo, que es el verdadero titular de tal poder, y que deben ejercerlo con una verdadera vocación de servicio y con un compromiso claro y definitivo con los derechos humanos por encima de todo.

        Políticas neo liberales.

Innegablemente las torturas, las violaciones, las humillaciones y los insultos que en [ los centros clandestinos de detención, tortura, muerte y desaparición] se repetían a diario no habrían podido darse si las figuras de jueces no las hubieran sostenido archivando denuncias y renunciando a su deber de investigar o, al menos, no habrían contado con la impunidad posterior que durante décadas ha servido de parapeto a los culpables.

(Extractos del libro “Usted también Doctor” de Juan Pablo Bojoslavsky



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