jueves, 19 de noviembre de 2015

UN AÑO DISTINTO







Ya se sentía cansado. Por momentos su tiempo se perdía en un pensamiento recurrente que desmenuzaba la idea de jubilarse. La edad le era propicia y la antigüedad le sobraba. Era consciente que su trabajo que tanto amaba, ya lo estaba agotando. Sus energías no le alcanzaban para equilibrar el desgaste de  la balanza.

No tenía el registro de sus últimas vacaciones. Y le significaba todo un esfuerzo recordar algún tiempo de descanso, paseo y placer. Todo había sido su trabajo en la Justicia, esa que tanto le importaba y que tanto costaba concretar.

Luego, su pensar discurría entre la valorización de sus suficientes méritos como para gozar de unas buenas vacaciones y le obsesiva responsabilidad laboral que le impedía abandonar sus tareas.  Los problemas que aquejaban a la gente siempre habían ganado la pulseada frente al descanso y las vacaciones. Pero ya no.

Los últimos meses, día tras días al entrar al Palacio, se preguntaba por que no estaba ya tirado en alguna playa disfrutando del sol y del mar. Ese mar que no conocía y del que tanto le había hablado Octavio.

Tal vez por eso, desde fines de octubre, él supo que el año 2011 sería un año muy distinto.

El despreciable 2010 señaló la partida un par de amigos, de la infancia, de la escuela primaria, de esos que ya eran hermanos desde hace muchísimo tiempo. Sin embargo el golpe más fuerte lo recibió en el mes de Diciembre, mes en que a Octavio se le ocurrió morirse manteniendo a todos bien alejados de su agónico final.

Octavio murió de un cáncer que resultó fulminante, escondido por años, protagonizo una presentación mortalmente contundente y veloz. No quiso averiguar cual.

Aún así, el deceso no fue lo más pavoroso. Lo espeluznante fue que nadie nunca supo de la enfermedad que aquejaba a Octavio, quien la había mantenido oculta hasta el final, incluso  a sus familiares del núcleo más íntimo.

Así, lo sombrío de la  noticia de su muerte, se potencializó por lo espantosamente  sorpresiva e imprevisible…Cómo que se murió Octavio? No me jodan con esas cosas…Como que tenía cáncer?, si nunca nos dijo nada. Todos, absolutamente todos los amigos reaccionaron de similar modo, tan anonadados quedaban por la noticia que las lágrimas no se animaban a saltar de los ojos. Extrañados, entristecidos, aflijidos, apesadumbrados, dolidos.

La última voluntad de Octavio,  que tenía fuerza de sentencia, fue que no se hiciera velorio, ni nada semejante, que nadie lo llorara.. sólo el entierro, en esa parcela del cementerio privado, donde había logrado juntar a todos sus seres amados, partidos en viajes tempranos.

Y todos se quedaron sin poder despedirse, incluso él… sin poder decirle por última vez cuanto lo querían y cuan agradecidos estaban por todo lo que Octavio había hecho por ellos. Desde Juan, que supo de los favores de Octavio, para poder llegar a la Presidencia de la Corte Suprema, como Marcelito, el lustrabotas que todos los días trajinaba los pasillos de tribunales embelleciendo el calzado de todos. La enorme familia judicial estaba en deuda con Octavio. Favores, fallos memorables, jurisprudencia innovadora, ejemplo de dignidad.

Él, que era el mejor amigo de Octavio entendió la decisión espartana de su hermano. No había duda alguna que Octavio era un espartano, como esos de 300, incluso él también lo era, por eso la comprensión. Y por esa característica compartida fue que tuvo el inmenso privilegio de verlo por última vez y despedirse antes que el féretro se cierre definitivamente. Los familiares de Octavio, le brindaron esa inmensa oportunidad en reconocimiento y respeto a la leal amistad que los unía Ya no había dudas, el 2011 sería definitivamente un año distinto. Un año de terrible ausencia.

Octavio era SU MEJOR AMIGO, así con mayúsculas….a lo largo de casi toda la vida habían estado juntos, tanto en lo laboral como en lo afectivo.

La mayor cantidad de hechos relevantes, tanto de su vida como de su carrera judicial, lo tenían a Octavio como protagonista o participante destacado. Juntos había caminado los pasillos de Tribunales, desde las remotas edades de mayor juventud, hasta las más cercanas de la vejez compartida,  Juntos descubrieron los secretos de los procedimentos y declararon la voluntad de las leyes.

Ambos eran apasionados de la justicia, Octavio con una leve inclinación dogmática por el Derecho y él un tanto más pragmático, por las soluciones novedosas y equitativas.

La Justicia Penal los transformó en un dúo memorable, reconocidos y respetados hasta por sus férreos enemigos conservadores de la  corporación judicial.

Para el 2010, con más de 40 años de servicios, generaciones de magistrados y empleados judiciales sabían de sus batallas judiciales y de sus logros justicieros. Nadie faltaba a sus memorables debates en la facultad, y eran varios los que seguían sus informales charlas en el café frente a tribunales.

Nada de todo eso importaba ahora, la historia estaba terminada. Sin Octavio de acompañante, él ya no proseguiría en esa aventura judicial.

La partida de Octavio lo desvasto, lo dejo sin ganas. Sin el Amigo del alma, sin el Amigo de toda la vida ya no tenía sentido proseguir…por eso la idea de su jubilación rápidamente fue tomando la forma de una concreta realidad.  El 2011 sería sin dudas un año distinto.

Nunca registro el momento exacto en que lo decidió, pero por primera vez en una inmensidad de años, el mes de enero lo encontró de vacaciones. Todo el personal de feria comentaba asombrada la novedad. Como que se fue de vacaciones? Como que no viene? Que esta de vacaciones? No no no puede ser……

Luego de ajustar unos detalles, dada su inexperiencia en vacacionar, finalmente dejo el perro en lo de su hermana y con su impecable coupe fuego color rojo se descubrió recorriendo los kilómetros de la ruta 2, que ahora era autopista –él  recordaba sus viajes de sólo mano y contramano-.

El destino final era Pinamar. Su hermana entusiasmada,se había ocupado de reservarle una habitación en la mejor de las posadas por todo el mes de enero, lo que incluía una carpa en uno de los mejores balnearios de la ciudad.

Luego de recorrer asombrado las nuevas rutas, finalmente llegó a la ciudad costera, acomodó sus cosas y tímidamente fue obteniendo la información suficiente para gozar su primer día de vacaciones en años y su primer experiencia con el mar en su vida. Tenía frescos las innumerables charlas con Octavio sobre el balneario, por lo que estaba seguro de no cometer torpes errores de protocolo y buen gusto.

Primero observó el lugar, saludo a los circunstanciales vecinos y finalmente opto por llevarse una sillita, a la playa misma, ahí junto al mar. Quería experimentar esa sensación de placer que mil veces le relatara Octavio, de apreciar el mar sentado, dejando que la espuma de las olas llegaran a la punta de sus dedos.

Sintió el poder del mar ascendiendo por sus pies a todo su cuerpo, el placer fue tan grande como la inmensidad de esa masa de agua salada en permanente movimiento.

Y no pudo más, venciendo su timidez y su exacerbado temor al ridículo, tomó coraje y se adentró lentamente hasta el lugar donde la olas rompían.

La baja temperatura del agua le hizo recordar partes de su cuerpo que ya tenía olvidadas, pero el placer pudo más.

Al instante y ajeno del resto del mundo, se observó disfrutando como un niño el embate de las olas. Aunque le costó mantener en pie su dignidad, nadie notó que era su primera vez. Si definitivamente ese iba resultar un año distinto.

Cumpliendo las recomendaciones de Susana, regreso a su silla para tomar sol y su cuerpo estalló en una segunda experiencia de inmenso placer. Se relajo, y dejo a su mente librada al azar de la melancolía.

Observando a los turistas, fue ubicando las exactas descripciones y categorizaciones que Octavio le narrara con tanta exactitud. Todos estaban allí: los piratas, los garcas, los nuevos ricos, los enamorados, la familia, el facho, el progre, el porteño, el del interior….los bebés, la abuela gorda, la esposa insoportable, el marido impresentable. Nadie había faltado, todos se hicieron presentes para que él pudiera gozar unas excelentes vacaciones, y se sentía feliz por ello.

En un instante sintió que todo eso que se sumaba a su vida, si bien placentero, nunca podría equiparar su terrible pérdida.

No le preocupó el temblor de su brazo, quiso entender que el frío le estaba jugando una treta. Cuando sintió su pierna entumecida, se prometió comenzar una rutina de caminata cuando llegara a su hogar…Decidió quedarse un rato más, como si quiera absorber de un solo intento todo el poder del mar, junto a todo el calor del brillante sol.

Cerró sus ojos y la nostalgia lo traicionó. En ese momento de acompañada soledad, la imagen de su amigo se agigantó por lo terrible de su ausencia. Lo extrañó, lo extrañó con un inmenso dolor. Lo extrañó con lágrimas en los ojos y con impotencia en sus músculos. Por un momento sintió que su cuerpo ya no le respondía. Imagino que tan bueno hubiera sido poder compartir con Octavio  esa maravilla de lugar.

Nunca pudo entender por que la gente se arremolina a su alrededor. En un silencio abrumador observaba a la gente hacer ampulosos gestos de gritos ensordecedores.

No hubo posibilidad alguna, los médicos que lo atendieron nunca pudieron reanimarlo y apesadumbrados por el fracaso, lamentaban su mortal suerte.

El infarto sin embargo le devolvió la alegría. Para su suerte ya estaba transitando el  camino para encontrarse con Octavio.



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